viernes, 14 de octubre de 2011

indígenas marchan decididos a no irse "con las manos vacías"


YOLOSA, Bolivia — "No nos iremos con las manos vacías", dice don Osvaldo, que participa en una marcha de indígenas de la Amazonía que inicia la etapa más dura en su recorrido hacia La Paz, en medio del frío y la altura, para pedirle al gobierno que cancele un proyecto de ruta que atravesaría su territorio.

La decisión de obtener algo de esta protesta la expresa en un tono pausado pero firme Osvaldo Mercado, un indígena de unos 70 años (aunque él asegura tener 99), integrante de la marcha indígena que este sábado cumple dos meses.

Delgado, de baja estatura, bigote cano y curtido por el tiempo, don Osvaldo no se inmuta ante el reto final y el más duro del camino hacia La Paz, cuando los marchistas deberán llegar hasta los 4.600 metros sobre el nivel del mar.

"Sabemos lo que es el sufrimiento", señala para mostrar que no tiene temor por ese viaje a las alturas, tan distintas al clima selvático en que vive. Una pequeña mochila con una muda de ropa es todo su equipaje.

Más de 1.000 indígenas amazónicos emprendieron el 15 de agosto una marcha para pedirle al gobierno que cancele un proyecto de carretera que atraviesa la reserva natural e indígena conocida como Tipnis.

A medio camino, hace dos semanas, fueron intervenidos violentamente por la policía, que pretendió dispersarlos. Esta acción generó una mayor solidaridad hacia los marchistas, y una censura ciudadana y política hacia el gobierno que derivó en la renuncia de dos ministros.

"No vamos a dejar que entren al parque. Nos tendrán que matar", dice decidido el anciano.

Los indígenas se encontraban la mañana de este viernes en Yolosa, una población a 90 km de La Paz, y debían desplazarse 20 km hasta el poblado de Sacramento, en el inicio de un fuerte ascenso, confirmó el dirigente indígena Fernando Vargas.

Isora Suárez, una indígena sirionó de 48 años, marcha con el brazo enyesado. Según dice, un policía le provocó una fractura durante la violenta intervención a la marcha.

La indígena de tez morena y baja estatura expresa su decisión de seguir caminando, pese a sus dolencias. "Es la primera vez que marcho, pero mis padres fueron parte de otras caminatas, y yo sigo su ejemplo", agrega.

Mujeres embarazadas, niños y ancianos forman parte de este grupo humano dispuesto a defender su territorio.

Se oyen sones típicos en el campamento. El tambor marca el ritmo y algunas parejas se animan a bailar. Hay ambiente de fiesta: se baten palmas, las banderas multicolores se agitan al viento y los cohetes estallan en el cielo.

Freddy Monzón, médico que presta atención a los marchistas, informa que las "condiciones físicas de los indígenas son aceptables", aunque advierte en ellos "cansancio y fatiga muscular".

En los últimos días, los indígenas recibieron donaciones de mantas, ropa abrigada y zapatos para que puedan continuar su travesía.

"Necesitamos una respuesta positiva pronta y favorable, para que todos los marchistas puedan volver pronto a sus lugares de origen", declaró el diputado indígena Pedro Nuni, oficialista.

Para Vargas, líder de la marcha, "el tema principal que debe abrir el diálogo con el gobierno es la anulación de la carretera al Tipnis" y la negociación "tiene que ser directamente con el presidente (Evo) Morales".

Ver al presidente Morales es el objetivo de los marchistas, que no están seguros de que lo conseguirán.

Julia, una indígena del Tipnis, dice que para ver al presidente los indígenas sacrificaron el chaqueo (preparación de la tierra), importante para sus cosechas.

"Este tiempo de agosto era tiempo de chaqueo, pero como estamos aquí en la marcha, nos está perjudicando. Creo (que será) un año de no tener arroz para el sostenimiento de nuestros hijos, (pero) no nos vamos a morir. Lo que queremos es que el gobierno respete nuestro derecho... eso es para toda la vida", dice.

AFP

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