Un grupo de discapacitados iniciaron ayer una huelga de hambre a la intemperie en los alrededores de la plaza de Armas de La Paz, sede de los poderes Ejecutivo y legislativo, para presionar a los congresistas a que mejoren las ayudas que reciben. La protesta tiene lugar horas después de los incidentes que se produjeron cuando llegó a la capital la caravana de discapacitados que recorrió Bolivia en sillas de ruedas o con muletas durante cien días.
Los discapacitados marcharon 1.400 kilómetros por carreteras de cinco de las nueve regiones del país para tratar de sensibilizar a Morales, hasta ahora sin éxito, y pretendían entrar en la plaza Murillo, donde está el palacio Quemado, sede de la Presidencia, resguardada por cientos de antidisturbios. Oficiales de la policía explicaron que tenían orden de impedir el paso de la marcha, lo que desató violentos choques que duraron casi dos horas.
Los discapacitados, algunos semidesnudos para mostrar sus lesiones, usaron sus muletas y partes de las sillas de ruedas para enfrentarse a los policías. Los agentes golpearon a los manifestantes con sus escudos, lanzaron gases lacrimógenos y usaron descargas eléctricas, aplicándolas a los metales de las sillas de ruedas, lo que originó una mayor reacción de los discapacitados y la solidaridad de gente que pasaba por el lugar.
Los dirigentes de la movilización afirmaron que el subsidio que comenzó a pagar el miércoles el Gobierno, de 143 dólares anuales, es insuficiente para las necesidades de los discapacitados graves. La suma representa una ayuda diaria de apenas 40 centavos de dólar, que los dirigentes consideran escasa.
la paz / Afp/ efe
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